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El camino recorrido y el que falta por recorrer: Una conversación con Tatiana Fraga Diez ahora que Comunalia cumple diez años

28 Oct 2021

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Comenzar un nuevo trabajo como Directora Ejecutiva de una organización puede resultar en cualquier momento una propuesta intimidante, que probablemente conlleve su propio conjunto de desafíos en medio de una pandemia. El 1º de junio de 2021 Tatiana Fraga Diez asumió dicho puesto en Comunalia —la Alianza de Fundaciones Comunitarias en México que busca empoderar a la ciudadanía mediante el modelo mexicano de fundaciones comunitarias. Hoy, a cinco meses de haber asumido el cargo, el GFCF habló con Tatiana para conversar acerca de la labor de Comunalia poco antes de los festejos para conmemorar su décimo aniversario. Hablamos con ella sobre la manera en que el sector de filantropía comunitaria en México ha desarrollado su labor durante la pandemia del COVID-19, hacia dónde se dirige y qué se siente adquirir una nueva responsabilidad y trabajar desde casa al mismo tiempo.

 

GFCF: ¿Qué aspecto presenta actualmente el sector de las fundaciones comunitarias / filantropía comunitaria en México?

Tatiana Fraga Diez (TFD): Antes de comenzar, debo decirte con toda franqueza: ¡Soy nueva en todo esto! He trabajado en el sector sin fines de lucro durante mucho tiempo, pero soy nueva en el espacio de la filantropía comunitaria. Sin embargo, por ahora estoy disfrutando mucho aprender sobre este ámbito. He aprendido que las fundaciones comunitarias son sólo una parte del sector de la filantropía comunitaria en México, que es extremadamente diverso. La primera fundación comunitaria en México se estableció en la década de 1990, pero el sector realmente comenzó a prosperar a principios de los años 2000. Hay fundaciones comunitarias en la mitad de los estados del país, aunque, en general, el movimiento ha dejado de crecer. Esto es algo que Comunalia busca atender al trabajar con otros grupos y aliados que estén interesados en explorar las fundaciones comunitarias como vehículo para la filantropía local.

Debo señalar que los y las mexicanas son personas sumamente generosas. Particularmente cuando ocurre una tragedia, la gente responde. De hecho, el sector mexicano sin fines de lucro comenzó a prosperar después del terremoto de 1985. Sin embargo, no tenemos la costumbre de donar regularmente a causas sociales y las donaciones se hacen principalmente a iglesias o directamente a causas benéficas mediante organizaciones como la Cruz Roja. Las fundaciones comunitarias en México están cada vez más interesadas en cómo aprovechar la generosidad que existe y cómo movilizar recursos locales para apoyar una variedad más amplia de causas.

 

GFCF: ¿Ha cambiado algo para el sector tras la pandemia de COVID-19? ¿Ha dado lugar a nuevos aprendizajes, roles, desafíos, oportunidades, conocimientos, etc.?

TFD: La pandemia ciertamente tuvo un efecto, tanto en nuestros miembros como en la propia Comunalia. Junto con otros donantes y organizaciones de apoyo, lanzamos una encuesta para entender las respuestas locales a la pandemia. En general, los resultados mostraron la capacidad de recuperación del sector: las fundaciones comunitarias fueron en extremo flexibles para responder a la crisis, satisfacer las necesidades de la comunidad y adaptarse a las circunstancias cambiantes. Sin embargo, al mismo tiempo, muchas organizaciones perdieron personal debido a desafíos relacionados con la financiación. Otro desafío para las fundaciones comunitarias mexicanas fue el relacionado con la transición al trabajo virtual; en términos específicos, cómo continuar interactuando con comunidades que podrían no tener la tecnología o las herramientas para conectarse en línea, sin poner a nadie en riesgo físico.

Como Comunalia es una red nacional, teníamos más experiencia trabajando de forma remota y, a menudo, habíamos confiado en la tecnología para conectar a nuestros miembros virtualmente. De hecho, durante la pandemia, terminamos reuniendo a nuestros miembros con más frecuencia que antes. También vimos que los miembros de nuestra red confiaban unos en otros y descubrimos que aumentaron las sesiones de aprendizaje entre pares. Para apoyar nuestra red, en cooperación con la Fundación Coca Cola, la Fundación Charles Stewart Mott y la Fundación Interamericana, establecimos el Fondo de Comunidades Activas para promover la reactivación económica y social de México después del COVID-19. Esta iniciativa ha implicado dos fases de financiamiento. Inicialmente, los donativos se otorgaron para abordar las necesidades urgentes de las comunidades, mientras que la ronda actual contempla iniciativas de desarrollo local a más largo plazo. El programa también tiene un elemento de aprendizaje y las fundaciones participantes deciden qué temas convendría discutir con sus pares. Por ejemplo, muchas fundaciones comunitarias fueron muy efectivas para aprovechar la generosidad local y las donaciones durante la pandemia, pero ¿cómo se puede mantener esto en el futuro y qué podemos aprender unas de otras al respecto?

 

GFCF: En términos de #ShiftThePower, ¿qué te resuena más en el contexto mexicano?

TFD: Una de las razones por las cuales decidí unirme a Comunalia fue porque, según mi experiencia, los desequilibrios de poder están muy presentes en el sector filantrópico. Algunas de las formas de trabajar del sector nos preparan para fracasar y, a menudo, tratamos de resolver los problemas que fueron creados por quienes invierten en nuestras organizaciones e iniciativas. En Comunalia, para comenzar a trabajar los problemas relacionados con el poder, estamos modelando enfoques participativos. Por ejemplo, nuestros miembros son nuestro principal órgano de toma de decisiones y nuestras actividades son impulsadas totalmente por sus necesidades e intereses.

También, en términos de cambio de poder, un enfoque clave para nosotras es alentar a las fundaciones comunitarias a comprender y valorar mejor los recursos que ya existen en las comunidades. Arrecife, una red mexicana de organizaciones filantrópicas comunitarias, lleva a cabo una investigación para explorar cómo contabilizar mejor los recursos (financieros y de otro tipo) aportados por las comunidades, al tiempo de reconocer que debe haber un equilibrio entre los recursos externos y los aportados por las comunidades. Fondo Acción Solidaria A.C. (FASOL) lidera ese trabajo y presentará los resultados como parte de nuestros eventos de aniversario el próximo mes. Es una conversación muy importante.

Un desafío particular para el sector en México es que el entorno cívico para la filantropía se ha vuelto más restrictivo año con año. En 2020, se introdujo una nueva ley que hace prácticamente imposible brindar apoyo financiero a organizaciones y grupos que no cuenten con un registro formal. Éste es un problema enorme para las fundaciones comunitarias que, en el pasado, han apoyado a grupos, movimientos y colectivos informales. Hay maneras de evitar ese problema: donar en especie, proporcionar otras formas de apoyo, organizar transferencias directas de efectivo mediante aplicaciones como Venmo, etc. Sin embargo, los grupos siempre necesitan una cierta cantidad de dinero para sobrevivir, lo que representa un desafío continuo si el objetivo es trasladar recursos —y poder— a las bases.

 

GFCF: ¿Puedes señalar algún ejemplo interesante o emocionante de fundaciones comunitarias mexicanas / organizaciones filantrópicas comunitarias que impulsan el cambio a nivel local?

TFD: Creo que el trabajo de Amigos de San Cristóbal, A.C. relacionado con los círculos de donación es realmente emocionante, ya que es deliberadamente inclusivo. Tienen seis círculos de donación que representan la diversidad de la comunidad de San Cristóbal y que convocan a grupos indígenas, a personas extranjeras con raíces en la región, personas locales, etc. Usan esos círculos como método para recaudar fondos, pero, más que eso, para acercarse a la comunidad y hacer nuevas conexiones. Apenas acaban de empezar ese trabajo, pero me emociona la dirección que lleva.

Otro ejemplo es Comunidar en Monterrey. Han desarrollado formas realmente interesantes de relacionarse con el gobierno local y eso es importante, ya que conectar al sector social con el gobierno es un papel de puente vital que pueden desempeñar las fundaciones comunitarias. Para contribuir a la recuperación económica y social de Nuevo León durante la pandemia, Comunidar se asoció con el gobierno local en tres frentes: brindando asistencia de emergencia (comida, refugio, efectivo, etc.) a las personas más vulnerables; ofreciendo préstamos a bajo interés a las pequeñas empresas para que pudieran sobrevivir, y asegurando que los estudiantes de entornos menos privilegiados tuvieran acceso a computadoras e Internet para la educación en casa. Otra iniciativa local en la que ha participado Comunidar se relaciona con la educación. Después de que las escuelas no se utilizaron durante un año debido al confinamiento, era evidente que muchas necesitaban mantenimiento: algunas estaban en mal estado general, mientras que otras habían sido objeto de vandalismo o robo. Comunidar movilizó fondos de empresas locales para mejorar las condiciones de las escuelas y hacerlas aptas para los estudiantes nuevamente.

 

GFCF: Comenzó su trabajo como Directora Ejecutiva de Comunalia durante la pandemia del COVID-19. ¿Cómo fue esa experiencia? ¿Agregó el contexto externo algún desafío adicional?

TFD: ¡Fue un cambio frenético en todos aspectos! Concluí mi último trabajo y comencé con Comunalia al día siguiente. También fue extraño en cierto modo porque seguí trabajando desde el mismo espacio físico en mi casa, ¡aunque el enfoque de mi trabajo cambió por completo! Todo mi proceso de contratación, incluidas las entrevistas, se realizó en línea. Pero tuve la suerte de trabajar con la anterior Directora Ejecutiva de Comunalia, Mariana Sandoval Ulloa, durante un mes. Ese cambio de mando también se realizó en gran parte en línea, aunque afortunadamente nos conocimos en persona una vez (lo que implicó mi primer vuelo en más de un año). Mariana fue brillante al ponerme al día y además había trabajado mucho en institucionalizar y documentar los procesos internos y las formas de trabajar de Comunalia. Eso ha sido de gran ayuda.

Aunque he platicado en línea con todos nuestros miembros, tengo la sensación de que los conocería aún mejor si tuviéramos la oportunidad de conocernos en persona, en particular para comprender y tener una idea real de su trabajo a nivel local. En Comunalia somos un pequeño equipo de tres personas. Dos de nosotras trabajamos en Monterrey, así que nos hemos reunido algunas veces, pero nuestra tercera colega está en Puerto Vallarta, al otro lado del país. Trabajar de forma remota como un nuevo equipo significa que tenemos que ser muy abiertas y claras en todas nuestras comunicaciones, especialmente sobre nuestras necesidades y expectativas. Durante la pandemia, la carga de trabajo de Comunalia se triplicó a medida que gestionábamos nuevos fondos y apoyábamos a nuestra red. El trabajo ha sido extremadamente exigente, por lo que he tratado de poner especial cuidado en escuchar al equipo y entender cómo ayudarlas si tienen desafíos o frustraciones.

 

GFCF: En circunstancias ideales, ¿cómo evolucionará, en su opinión, el sector de las fundaciones comunitarias mexicanas / la filantropía comunitaria, en diez años? 

TFD: Algo que haremos durante los eventos del aniversario en noviembre es imaginar juntas el futuro. Personalmente, me gustaría ver que al conocimiento y la experiencia de los profesionales de la filantropía comunitaria se les valora más en el futuro y se aprovechan mejor mediante oportunidades de aprendizaje entre pares. Con demasiada frecuencia, la “creación de capacidad” en realidad se trata simplemente de mejorar ciertos mecanismos o estructuras para atraer o satisfacer las expectativas de los donantes. Como se menciona en el Manifiesto para el Cambio de #ShiftThePower, debemos alejarnos de la “creación de capacidad” como algo definido por actores y requisitos externos. Existe la tendencia a importar “mejores prácticas” de un lugar para replicarlas en otro, pero el contexto es relevante. Entonces, ¿tiene sentido este modelo de importación de ideas extranjeras? Deberíamos aprender de nosotras mismas. 

Por otra parte, como dije al comienzo de esta entrevista, me gustaría ver más fundaciones comunitarias en México. Aunque también esta cuestión se me hace difícil. Las fundaciones comunitarias deben ser vehículos útiles para desarrollar la filantropía local. Entonces, si bien el crecimiento es algo positivo, sólo quiero ver que suceda si tiene sentido en el contexto local. Por último, es necesario comprender mejor cómo contribuyen las comunidades a su propio desarrollo y debemos asegurarnos de que sus contribuciones sean más visibles y valoradas. La investigación de Arrecife es un paso importante para que esto suceda en el contexto mexicano.

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